En una exposición el ex senador nacional Esteban Bulrrich, ante un grupo de políticos, empresarios y sindicalistas, reunidos en el IAE, Escuela de Dirección y Negocios explicó valores esenciales que debe tener el liderazgo. Las características importantes que debe tener, es humildad, cercanía, visión trascendente y amor.

Esteban Bulrrich, el ex senador nacional y Ministro de Educación, quien padece Esclerosis Lateral Amiotrófica o ELA, pronunció el discurso ante la IAE en diciembre de 2022. «Estoy convencido de que este momento exige un liderazgo espiritual. No digo religioso, que es la confusión clásica, sino espiritual» explicó el ex senador. Además aseguró que todos podemos aportar a la construcción de esa paz, «trabajemos para ella, sabiendo que sin paz, nunca saldremos de la pobreza y la desesperanza» apuntó.

Ante la IAE, Bulrrich expresó: «Para liderar en épocas de oscuridad y confusión, necesitamos explorar la dimensión que trasciende lo físico. Cuatro características de los líderes espirituales que cambiaron el mundo, y que necesitamos en estos tiempos, que la Argentina demanda. Ustedes, aquí reunidos han dado un enorme primer paso. Sigan adelante. Ya sumaron un espíritu libre que hinchará por ustedes».

Primero, la humildad. No la humildad malentendida que supone creernos menos de lo que somos, sino la humildad del líder que está convencido de su rol. Humildad para aceptar que solo no puede, para tratar a todos con dignidad, para escuchar consejos y recibir críticas.

Humildad, también, para reconocer la realidad y estar en condiciones de adaptarse a ella. Manuel Belgrano, es un gran ejemplo del líder humilde. Un abogado que asumió el comando del Ejército del Norte, exitosamente. Y lo hizo pidiendo ayuda a los que sabían más. Dijo años después: “Mucho me falta para ser un verdadero padre de la Patria, me contentaría con ser un buen hijo de ella”. Una humildad ejemplar de este padre de la Patria.

La segunda característica es la cercanía con la causaGandhi y su marcha de la sal, Martin Luther King y su marcha por el voto y Mandela no abrazando nunca el odio después de años de cárcel y torturas. Tres ejemplos de líderes espirituales que cambiaron sus sociedades. Necesitamos ese fuego, para liderar nuestras sociedades hacia el destino que deseamos. Pero ese fuego precisa del combustible que le aportan otros espíritus sumados a la causa. Para ello debemos embarrarnos los pies, acercarnos a aquellos que queremos convencer, ganar su confianza.

Cuando era ministro en la Ciudad de Buenos Aires, recientemente asumido y en medio de una crisis, decidí dar a conocer mi teléfono personal públicamente. Esto tuvo tres efectos: crear un canal de comunicación entre el sistema y el ministro (anulando la intermediación de los gremios), mostrarme cercano y abierto, y ganar la confianza de aquellos a quienes quería convencer. El resultado fue que en los primeros dos años tuvimos más de 20 paros, pero en los últimos cuatro, sólo uno. No fue una decisión obvia dar mi teléfono personal, pero creo que se valoró el compromiso y la transparencia que representaba.

La tercera característica es la de la mirada elevada, la meta heroica. Los líderes espirituales se plantean metas que muchas veces los trascienden. Y eso hace la diferencia. Nuestros países, nuestros pueblos, precisan esa inspiración. El sistema político, en general, no va a plantear ese tipo de visión transformadora, salvo que se vea forzado a ello por fuerzas ajenas a él.

Un ejemplo de esta visión trascendente lo dio otro líder espiritual, el alemán Konrad Adenauer, en reunión con el líder francés Charles De Gaulle para planificar la reconstrucción europea después de la Segunda Guerra. De Gaulle insistía con la necesidad de priorizar la infraestructura: puentes, rutas, puertos, etc. Adenauer lo miró fijo a los ojos y le respondió: “Presidente, antes debemos dedicarnos a reconstruir el espíritu de nuestros pueblos”. Es gracias a esta mirada que Alemania pudo resurgir después de la Segunda Guerra; gracias a líderes que comprendían la verdadera dimensión trascendental de la tarea que encaraban.

La última característica es el amor. Amor como motor de todas nuestras acciones, como energía para levantarnos después de cada caída. Amor por nuestra familia, por nuestros amigos, por nuestra gente y nuestra tierra. También amor por los que piensan distinto, por nuestros adversarios. Es importante para mí remarcar esto. Es desde esta base que creo que debemos construir el futuro de nuestras naciones. Esto no quiere decir que debemos aceptar cualquier cosa, siempre hay que separar la paja del trigo. Hemos sufrido mucho la corrupción, al menos en Argentina, como para ignorarla. Lo que planteo es que la diversidad es un valor a apreciar.

Esta división o grieta no es nueva en nuestra querida Argentina. Volviendo a Belgrano, él dijo, mirando las internas entre los referentes de las distintas visiones que buscaban imponerse en los inicios de nuestra Patria: “Nuestros patriotas están revestidos de pasiones, y en particular, la de la venganza; es preciso contenerla y pedir a Dios que la destierre, porque de no, esto es de nunca acabar y jamás veremos la tranquilidad”. Pasaron más de 200 años, y aún hoy el Amor es la mejor receta para esa tranquilidad, esa paz. Todos podemos aportar a la construcción de esa paz. Trabajemos para ella, sabiendo que sin paz nunca saldremos de la pobreza y la desesperanza.