El emperador Constantino, al legalizar el cristianismo, eligió el 25 de diciembre para la conmemoración del nacimiento de Jesús, sumando las prácticas cristianas a festividades paganas de los romanos; y aunque los líderes cristianos se inspiraron en los evangelios de San Lucas y San Mateo, en ningún texto sagrado se menciona explícitamente que el 25 de diciembre sea la fecha exacta del nacimiento de Jesucristo.
El término «Navidad» proviene del latín «nativitas,» que significa nacimiento, marcando la intención de esta superposición como un intento de atraer a los paganos romanos hacia la nueva religión.
El 25 de diciembre también era una fecha importante para los romanos que celebraban el culto al Sol Invictus, asociado al nacimiento del dios Apolo. Aunque el emperador Constantino honraba esta deidad, el cristianismo eventualmente catalogó este culto como pagano. También, en el Imperio Romano, las celebraciones de Saturno durante la semana del solsticio de invierno eran el evento social principal, alcanzando su punto álgido el 25 de diciembre.
Así, el emperador Constantino, en el año 350, y con el respaldo del Papa Julio I, estableció oficialmente el 25 de diciembre como la fecha de la Navidad en el Imperio Romano. Aunque la creencia popular sitúa el nacimiento de Jesús en primavera, la Iglesia Católica optó por esta fecha en un intento de integrar las festividades existentes y facilitar la conversión de los paganos al cristianismo.
La decisión final la tomó el Papa Liberio en el año 354.