Para los creyentes, la Semana Santa implica un periodo de reflexión, oración e introspección. Se recuerdan, desde hace dos mil años, los hechos principales de la vida de Jesús. En especial la Pasión, Muerte y Resurrección.

Ahora bien, todos sabemos que mayoritariamente y, alejados de toda interpretación religiosa, los argentinos esperamos estos días como una pausa en los quehaceres y obligaciones de la vida cotidiana. De ahí, que estos días que deberían invitarnos a la tranquilidad y el sosiego, más bien nos seducen para unas mini vacaciones en las que aprovechamos para un viajecito corto, visitar familiares o amigos, o simplemente pasear con motivos recreativos.

Pero las cosas, este año, han cambiado. Drásticamente.

Vivimos una situación impensada, en la que no sólo debemos cuidarnos a nosotros mismos, sino que nos vemos en la obligación de velar por los nuestros, y por el prójimo.

Sin embargo, somos hijos del rigor. Por eso es necesario insistir con sloganes, instructivos y recomendaciones y, si fuese necesario, con las sanciones correspondientes para que entendamos la consigna que –por estas horas- prima en nuestro país: Debemos quedarnos en casa.

El aislamiento social y obligatorio está vigente. Y el empeño de las autoridades nacionales, provinciales y municipales será más férreo en estos días, para asegurar que sea cumplido.

El Presidente Fernández ya anunció que los controles “serán endurecidos”. La Casa Rosada no quiere que se repitan las imágenes de las colas en las rutas –no solo de la costa- sino, de ningún sitio.  “Evitar una relajación social” es la consigna en los despachos oficiales.

Además, ya comenzaron a aplicarse duras sanciones a los infractores de la cuarentena obligatoria, como no podía ser de otro modo.

Son horas preocupantes. Esto no es una broma.

Miles de agentes de seguridad, personal sanitario y de servicios están dando lo mejor de sí mismos para hacer frente al inmenso problema que nos aflige. Otros miles de trabajadores –exceptuados por su actividad- también se arriesgan para mantener los servicios mínimos.

A nosotros, el resto, nos toca cumplir con nuestra parte: quedarnos en casa.

Si no lo entendemos, les faltamos el respeto.

Esta Semana Santa, quedémonos en casa.

 

Fuente: Redacción