El pasado sábado en horas de la noche hubo un final feliz para una de las historias que tuvo en vilo a la provincia de Mendoza durante los últimos días.
Fernando Reto Reynal apareció con vida en Uspallata y fue llevado al hospital local para su asistencia. El andinista se había extraviado en el cerro El Plata de Vallecitos y la Policía de Mendoza lo buscaba intensamente pese a las inclemencias de tiempo.
La noticia fue comunicada por fuentes oficiales a los medios de comunicación y luego ratificada por Gendarmería Nacional, quienes confirmaron su hallazgo e informaron el trasladado al hospital.

Fernando pasó siete noches totalmente desorientado
Reto había alcanzado la cumbre del cerro El Plata, que tiene una altitud máxima de 5.956 metros, el domingo pasado. Al comenzar su descenso, se dio cuenta que no veía a su amigo, ni ruta, ni camino, ni huellas. «Sigo bajando con la sensación de que en un momento voy a encontrarlo o ver algo», recordó.
Ante la desolación de estar desorientado en el doceavo Cerro más alto de Mendoza, comenzó a caminar sin parar. En un primer momento, «retomo en diagonal para el lado de las tres faldas que se suelen ver para ir al Camino del Plata, pero a las tres horas me di cuenta de que ya no sabía ni dónde estaba, ni adónde iba».
«Me fui guardando la comida, porque no sabía cuánto faltaba. Me quedaban dos sanguchitos de miga; un turrón; un paquete de rocklets, chocolate y palitos. Ahí empecé a comer lo justo y lo necesario. Tomar agua, por suerte, no fue en ningún momento un problema porque bordeaba un arroyo», relató.
«Dormía abajo de las piedras. A veces -continuó- había alguna que otra pisada que no quisiera saber de qué era, así que prefiero dejarlo ahí».

Al quinto o sexto día, aseguró, «ya estaba un poco, no desesperanzado, pero sí decía basta, porque ya había lugares que tenía que subir, que en mi vida hubiera estado subiendo ahí. Tenía que subir una montaña para después bajarla, estaba muy cansado«.
«Como no sabía ni dónde estaba, ni cuánto me faltaba, la idea siempre fue tomarlo como un trabajo de todos los días, levantarse temprano y hasta la tarde caminar y caminar. Si había que subir una montaña, la subía, si tenía que evitar el río o pasarlo lo hacía. Siempre pensé en seguir hacia adelante y mantenía la esperanza de que en algún momento iba a encontrar el camino», explicó.
El sábado, el oriundo de Buenos Aires, casi a la medianoche logró ver las luces de un auto por primera vez en siete días. Totalmente desorientado, preguntó a los dos ocupantes del vehículo hacia dónde quedaba Mendoza.
«Para allá», le señalaron hacia el Oeste. En ese momento, entre una mezcla de emoción por el reencuentro con su familia y nervios, Reynal, les pidió que lo llevaran hasta el próximo puesto de Gendarmería. «Amablemente, entendieron la situación por la que estaba pasando y, sin cuestionar, me acercaron»
«Tengo que buscar el teléfono de las dos personas que me llevaron hasta el puesto de Gendarmería, porque realmente les tengo que agradecer porque fueron muy amables sin cuestionarme nada y con mucha tranquilidad», advirtió y concluyó que está en buen estado de salud.