Se agrava la crisis económica.
Nicolás Maduro decidió reducir la jornada laboral de la administración pública de Venezuela a solo tres días por semana con una carga horaria de cuatro horas y media diarias en respuesta a la crisis de energía que sufre el país, consecuencia de la importante sequía que afecta a los embalses que producen electricidad.
La medida se puso en marcha el pasado lunes 25 de marzo y se prolongará por seis semanas. Esta resolución rige para el sector público pero no incluye al área educativa, un rubro que se encuentra seriamente perjudicado por la cantidad de docentes que se vieron obligados a abandonar la nación y por los salarios extremadamente bajos.
Un maestro gana 15 dólares por mes y una familia de cuatro personas para comprar alimentos básicos precisa 500 dólares mensuales, es decir, 38 veces el sueldo de un profesional de la educación. Se estima que el sector educativo venezolano cuenta con un deficit de 200.000 docentes.
La disposición abarca los días lunes, miércoles y viernes, entre las 8 y las 12.30 horas con la posibilidad de extenderse si la crisis hídrica no se soluciona en el tiempo fijado.
El sistema de energía venezolano lleva años presentando fallas y en esta oportunidad, se agravó a raíz de la baja del caudal en los principales embalses hidroeléctricos y termoeléctricos de la nación.
La generación eléctrica hoy funciona «al 80% por debajo de su capacidad, lo cual afecta a 17 millones de personas», acorde a lo indicado por la ONG Provea.
Esta crisis eléctrica se suma a una Venezuela que sufre una alta inflación, una baja del consumo y éxodo masivo.