Gonzalo Altamiranda, papá de dos pequeñas niñas de 2 y 5 años, y esposo de una valiente mujer; se convirtió en el héroe de la situación, tras caminar toda la tarde del 31 y la noche de año nuevo para buscar ayuda.
Las cuatro personas que viajaban en el auto, habían sido reportadas como desaparecidas desde el lunes por la tarde, luego de quedar varada en la Ruta 29 por el temporal. La subsecretaria de Protección Civil de Santa Cruz, Sandra Gordillo, indicó que la acción del padre permitió a los equipos de emergencia localizar a los miembros de la familia en buen estado de salud y trasladarlos a Gobernador Gregores.
«Recibimos una llamada al 103 de Protección Civil de la provincia, seguida por otra de Protección Civil de Mendoza, informando que la familia no tenía comunicación desde que cruzaron Chubut. Sabíamos que seguían viaje, pero perdieron contacto«, precisó. «El lunes pasaron por Perito Moreno y, al usar el GPS, tomaron la ruta de ripio. Quedaron varados a las 17:00, justo cuando comenzó la tormenta «, detalló.
Por su parte, Gonzalo, el papá, contó que «Salimos de San Rafael el 29. Hicimos una noche en Neuquén, otra en Esquel y nos quedaba el último tirón. Es un viaje largo de unos 2.400 kilómetros. Fuimos casi todo el camino por la ruta 40, pero en un momento el GPS nos mandó por otro camino más corto y fuimos por ahí. El paisaje era hermoso, vimos choiques y otros animales. Era la ex ruta 40 que ahora es ruta provincial 29. Cerca de las 18 empezó a llover y al auto cada vez le costaba más andar hasta que llegó un momento en que se encajó. El suelo era como de arcilla y piedra. Pisabas y te hundías«.
Pero, a varios kilómetros de haber tomado este camino se quedaron sin señal en los teléfonos, el temporal no ayudó, y sólo tenían combustible para salir de allí, agua, abrigo, algunas pocas botellas de jugo y galletitas. En ese momento, Romina, la madre de las dos pequeñas, optó por racionar la comida, contarles a sus hijas que se iban a quedar allí a modo de campamento e intentó resguardar la batería de los celulares. Una vez que ellas se durmieron, con su pareja tomaron la decisión de que él saldría en búsqueda de ayuda mientras ella cuidaría de las niñas. Fue así como durante el 31 de diciembre, a eso de las 5 de la tarde el padre de la familia comenzó con su odisea por este camino sólo con una mochila y una campera de pluma dentro.
A todo esto, mientras la familia de los Altamiranda comenzaba a preocuparse e incluso salir a buscarlos, Gonzalo seguía en búsqueda de ayuda: «Daba un paso y me hundía. Parecía que el barro me chupaba las zapatillas. Seguía lloviendo sin parar. Como a las 21 llegué al primer puesto pero la creciente había formado como una especie de río que no podía cruzar caminando. Seguí caminando y lo mismo pasó en otros puesto así que decidí volver a la ruta«.
«Después de la medianoche dejó de llover y bajó la temperatura. Me saqué la ropa mojada y me puse la campera de pluma pero me estaba congelando. Cuando abrí la mochila me encontré un libro y le corté las hojas para cubrirme el cuerpo. Eso fue lo único que me ayudó«. Ya a las 7 de la mañana del otro día Gonzalo logró llegar a la ruta 40, exhausto y elongando cada pocos pasos para no acalambrarse. «Pensé, camino hasta el pueblo y en eso veo un auto. Me puse en el medio de la calle y le hice seña. La camioneta paró. Era un guía de montaña que venía de escalar una montaña en Chile. Me dio agua, comida y fuimos hasta el pueblo«, reveló sobre la ayuda que recibió. Fue así como finalmente se reencontró con sus familiares, por lo que debía ir a buscar a su esposa e hijas: «Cuando llegamos mi hermana ya tenía tres camionetas para ir a buscarnos. Cargamos nafta compré leche para las nenas y nos fuimos hasta donde estaba el auto. Ya había salido el sol y cuando llegamos estaban las tres bien«.
Finalmente, llegaron a visitar a su familia en El Calafate. Eso sí, a la hora de emprender la vuelta tomarán otro camino: “Vamos a volver por la ruta 3 para mirar el mar”, dijeron entre risas.