Se calcula que en todo el país quedan menos de 1.000 ejemplares.
Si bien se registró oficialmente recién ahora, estiman que se trata de un pichón nacido en diciembre en la Reserva de la Biósfera Ñacuñán, en Santa Rosa, que se suma a los dos nacidos en General Alvear y San Rafael que se anillaron el año pasado y que ya tienen seguimiento.
Esta tarea comenzó con la observación de la pareja en el nido por parte de pobladores locales, quienes dieron aviso a los guardaparques de la reserva. De inmediato, se activó el protocolo para registrar en fotos todo el proceso de crianza: desde la reproducción hasta el momento en el que el pichón abandona el nido, con métodos que no alteraron la vida de la pareja.
Cuando el ave es adulto, sus alas desplegadas pueden llegar a medir hasta 1,8 m
En base a la información reunida, se pudo saber que el apareamiento que dio origen al ejemplar se produjo durante setiembre, y el nacimiento del pichón, en diciembre de 2023.
En marzo de 2024, se inició el control al nuevo ejemplar con el anillado y la colocación de un equipo de seguimiento satelital, lo que permite su monitoreo permanente.
El águila coronada se encuentra en estado de conservación crítico, con una población global de menos de mil ejemplares adultos y tendencias poblacionales negativas. Su área de distribución se extiende por el Centro-Sur de Brasil, Paraguay y Bolivia, además de las regiones áridas y semiáridas de Argentina.
Mendoza es uno de los hábitats naturales de esta ave rapaz, que cumple un rol fundamental en el ecosistema. Las águilas coronadas regulan las poblaciones de pequeños mamíferos, reptiles (serpientes, culebras, lagartijas) y aves. De esta manera, ayudan a que el ambiente del monte se autorregule y se regenere.
Sus principales amenazas están vinculadas con la acción humana, incluyendo la persecución directa, el ahogamiento en reservorios de agua y la electrocución en tendidos eléctricos.
Por eso, desde Fauna Silvestre de la Biodiversidad y Ecoparque recordaron que es esencial el compromiso de la comunidad. En este caso, los pobladores dieron aviso a los guardaparques, demostrando una vez más que todos podemos ser parte del cuidado de la biodiversidad mendocina.