El proceso para elegir a un nuevo Papa es una tradición centenaria y compleja, que se lleva a cabo en el marco de un evento conocido como Cónclave.
El Vaticano llevará a cabo este proceso tras el fallecimiento del papa Francisco.
La tradición de 800 años perdura en el tiempo y los cardenales del mundo se reunirán en Roma para elegir al nuevo Sumo Pontífice. La elección es un proceso que no sólo tiene una fuerte carga histórica, sino que también está marcado por una serie de rituales y normas que han permanecido intactos durante siglos.
Tras la muerte o renuncia de un papa, entre 15 y 20 días después de que el papado quede vacante, el Colegio Cardenalicio se reúne para elegir a su sucesor. El proceso inicia con una misa matutina especial, donde los 120 cardenales en edad de votar (menores de 80 años) se congregan en el interior de la Capilla Sixtina, que es sede de todos los cónclaves papales desde 1858.
Dentro del cónclave, el proceso de votación se lleva a cabo de manera secreta. Todos los cardenales son electores del próximo papa, y técnicamente todos ellos son también candidatos.
Se realizan una serie de votaciones, que pueden extenderse durante varios días. Mediante una mezcla de oraciones, reflexiones e intensos forcejeos políticos, los cardenales van reduciendo los candidatos en sucesivas rondas de votaciones.
El voto se realiza a través de una papeleta, donde cada cardenal escribe el nombre de su candidato de manera confidencial. Luego, las papeletas se contabilizan y queman en una pequeña estufa instalada en la Capilla Sixtina, y el humo que emana es la señal al mundo de lo que ocurre dentro del cónclave.
La quema de las papeletas ha sido parte del rito desde tiempos del siglo XIX, y la práctica se perfeccionó en 2005, cuando se añadieron productos químicos para asegurar la aparición de los humos de colores. El humo negro indica que no se ha alcanzado un consenso, mientras que el humo blanco, que aparece cuando un papa es elegido, es el aviso de que la elección ha tenido éxito.
Con respecto al fin de la elección, se produce cuando un candidato finalmente obtiene dos tercios de los votos: este es elegido como el nuevo líder de la Iglesia. Seguidamente, el cardenal decano lo llama al frente de la capilla y le pregunta si está dispuesto a aceptar y si la respuesta es afirmativa, se pide al nuevo papa que elija su nuevo nombre papal.
Paso a paso de un Cónclave
1. Sede Vacante:
La elección de un nuevo Papa solo ocurre cuando la Sede Apostólica está vacante, es decir, cuando el Papa fallece o renuncia.
Tras el fallecimiento del Papa, el Cardenal Camarlengo certifica su muerte y se inician los preparativos para el Cónclave.
2. El Cónclave:
El Cónclave es la reunión del Colegio Cardenalicio en la Capilla Sixtina del Vaticano, donde los cardenales electores (menores de 80 años) se reúnen para elegir al nuevo Papa.
Los cardenales se aíslan del mundo exterior, sin comunicación con nadie, para garantizar la privacidad y la libertad de la elección.
3. Las votaciones:
Las votaciones se realizan mediante escrutinio secreto. Cada cardenal escribe el nombre de su candidato en una papeleta y la deposita en una urna.
Para ser elegido Papa, un candidato debe obtener una mayoría de dos tercios de los votos.
Si ninguna votación alcanza la mayoría requerida, se realizan votaciones sucesivas, hasta un máximo de cuatro por día.
4. La fumata:
Tras cada votación, las papeletas se queman en una estufa.
Si no hay elección, se añade paja húmeda a la quema, produciendo una «fumata negra» que indica que no se ha elegido Papa.
Cuando se elige un Papa, se queman las papeletas sin paja, produciendo una «fumata blanca» que anuncia al mundo la elección del nuevo Pontífice.
5. «Habemus Papam»:
Tras la fumata blanca, el Cardenal Protodiácono anuncia desde el balcón de la Basílica de San Pedro: «Habemus Papam» (Tenemos Papa).
El nuevo Papa se presenta ante los fieles y ofrece su primera bendición «Urbi et Orbi» (a la ciudad y al mundo).
Puntos importantes:
El proceso se rige por la Constitución Apostólica «Universi Dominici Gregis», promulgada por Juan Pablo II en 1996.
La elección se basa en la oración y la guía del Espíritu Santo, buscando al sucesor de San Pedro que guíe a la Iglesia Católica.
La tradición y el secreto son elementos fundamentales del Cónclave, para garantizar la libertad de los cardenales electores.